lunes, 14 de mayo de 2007

GENEALOGÍA FAMILIAR



UNA MANERA DIFERENTE DE VIVIR

A veces la velocidad viene bien, para limpiar con

vientos huracanados la mugre de mil tipos de

depredaciones…

Pero la tempestad, luego de pasar, reinstala la calma,

los vientos leves, la suavidad.

Hace años que nos percatamos de la

levedad

como

el principio esencial para un mundo sustentable (1),

lo opuesto de

prepotencia

: lo que depreda, impone,

arrasa…

Con prepotencia se aumenta la exclusión, se devora

la diversidad, se consumen los recursos no renovables,

se pasa por encima (o de largo, o de costado)

de todo lo que levemente, naturalmente, está allí

quizás desde siempre.

Claro que en la vida natural también hay prepotencia:

¡los huracanes!, las especies cazadoras… Sólo que

conllevan procesos ecosistémicos, equilibrados, con

otras especies, otros climas, otras temporadas, y

todo tiende a la conservación evolutiva, a los ciclos

naturales.

En la condición humana se puede perfeccionar (a

través de la educación y la cultura) esa ciclicidad.

Hace muchos años, divulgamos la idea - el ideal -

de la sociedad de flujos cíclicos

(2), precisamente

porque nada posee la capacidad de diseñar

mecanismos de autorregulación como la sociedad.

Ahora quiero hablarles de la lentitud como

un atributo de sustentabilidad .

SUSTENTABILIDAD Y LENTITUD

Bra, en Italia

Una ciudad lenta contra el stress

Slow Food

Cuentan que un caracol y una tortuga tuvieron un

día la fatalidad de chocar. Cuando el caracol acudió

malherido al hospital, el médico le preguntó:

«¿Pero qué ha pasado?». Y puso cara de estupefacción

cuando uno de los animales más lentos

del planeta le respondía: «No sé, sucedió todo tan

rápido».

Es uno de los chistes con los que se burlan de las

prisas los habitantes de Bra. Que el reloj de su

torre esté permanentemente retrasado 30 minutos

no obedece a un fallo de la maquinaria ni es obra

de un despistado relojero. Aquí el tiempo no importa.

En esta pequeña localidad italiana de

28.000 habitantes a medio camino entre la industrial

Turín y la ruidosa Génova, se camina lento,

se mastica lento y se conduce lento. No se extrañe,

estamos en la cuna de un nuevo movimiento,

la slow life (vida lenta), surgido para luchar contra el

estrés y la aceleración a los que ha sucumbido la

sociedad actual.

Bra se ha autodeclarado, por decreto, slow city

(ciudad lenta) y es, además, sede de un movimiento

internacional, el Slow Food (comida lenta), cuyo

propósito es proteger los productos locales de la

extinción a la que los están sometiendo las grandes

cadenas de comida rápida.

Ahora, en Bra, almuerzos y cenas son parsimonioso

ritual donde se degustan quesos fabricados artesanalmente

y curados en cuevas, pan recién salido del

horno y frutas y verduras orgánicas. Por orden de las

autoridades todas las tiendas cierran jueves y domingos;

los vehículos tienen prohibido circular en la

zona céntrica de la ciudad porque son precursores

del estrés; todo aquel que renueve su vivienda usando

madera de estuco obtendrá una hipoteca a mitad

de precio y para las pequeñas tiendas familiares que

vendan chocolates artesanales o quesos especiales

todo son facilidades. Un caracol, símbolo internacional

del Slow Food, preside todos los restaurantes de

la ciudad.

El artífice de Bra, hoy presidente del Slow Food, se

llama Carlo Petrini. En 1986 este periodista especializado

en gastronomía se enfureció cuando vio los

neones y los arcos dorados de Mc Donald's instalados

en la mismísima plaza de España, en Roma.

Y no paró hasta conseguir que el restaurante

norteamericano cerrara sus puertas. De aquella

gesta nació un grupo de amigos dispuestos a combatir

«los demonios de la comida rápida» con gar-

Sustentabilidad y lentitud

banzos, vino y tranquilidad al comer y cocinar.

Después, la filosofía dejó de ser sólo una actitud ante

la mesa y se convirtió en un modo de vida que se

plasmó en las ciudades lentas. Hoy en Italia hay 35 y

el movimiento, que ha hecho mella en 34 países,

cuenta con 65.000 adeptos en todo el planeta.

Las pequeñas tiendas se multiplican en Bra y sus

ingresos crecen al ritmo de un 15% al año. La cifra

de paro (5%) es la mitad que la media del país. ¿Qué

mejor ejemplo de que lo lento no está reñido con lo

rentable?

Publicado en Rebelión. Construyendo poder desde abajo.

18-11-2004

Lentitud para comer

Lentitud para circular

Lentitud para vivir

; en lugar de comidas rápidas,

incultura alimentaria, pérdida de la producción gastronómica

artesanal, incremento de las industrias

monopólicas de “hamburguesas”, “patatas fritas” o

“hot-dogs”, y aumento de enfermedades gastrointestinales

y obesidad.

; más peatones, más ciudades

compactas (en lugar de ciudades dispersas,

forzado requerimiento de automóviles e impulso a

la velocidad!)

; más horas para integrarnos,

solidarizarnos, leer, escribir, gozar!

Necesitamos otra sociedad, otro paradigma de desarrollo.

Para hacer más sustentable la sociedad y la

tierra es preciso parar ese “mundo, loco, loco, loco”

(3), bajarse de él, como de una calesita desenfrenada,

y recomenzar.

La “slow food” es un buen principio, la “slow city”

es una meta, la “slow life” quizás es el secreto

fundamental para frenar muchas prepotencias y

dar puertas abiertas al auge de la levedad..

Notas

(1)

(2)

(3)

Pesci, Rubén. “De la prepotencia a la levedad”.

Editorial Fundación CEPA-FLACAM, 2002

Pesci, Rubén. “Del Titánic al Velero”. Editorial

Fundación CEPA, 2000.

Alude a la película “Este loco, loco mundo” de

1964.